La palabra carrizo procede
del latín *caricĕus, de carex, -ĭcis. La primera
definición de carrizo en el diccionario de la real academia de la lengua
española “es planta gramínea, indígena de España,
con la raíz larga, rastrera y dulce, tallo de dos metros, hojas planas,
lineares y lanceoladas, y flores en panojas anchas y copudas. Se cría cerca del
agua y sus hojas sirven para forraje. Sus tallos servían para construir cielos
rasos, y sus panojas, para hacer escobas”.
Otro significado de carrizo en el diccionario es planta indígena de Venezuela, gramínea, de tallos nudosos
y de seis a siete centímetros de diámetro, que contienen agua dulce y fresca. Carrizo es
también chochín.
Una planta muy parecida con
nuestro carrizo es el bambú.
El bambú (bambusa arundinacea)
es una planta gramínea con forma de caña. Existen más de 1.300 variedades de
bambú en el mundo y, aunque se asocia inmediatamente con Asia, la realidad es
que también es originaria de América (Andes Centrales, Amazonas, México y otros
países sudamericanos), África y Oceanía. Es una especie vegetal muy antigua y
siempre se la ha asociado con diferentes mitologías y simbologías, sobre todo
con conceptos como longevidad, bienestar, sinceridad y buena suerte.
Sus
propiedades, beneficios y aplicaciones son incontables. Desde materiales para
la construcción tanto de viviendas como de puentes, hasta puertas, suelo,
cañerías, tejado, aislamiento, muebles, resinas, carbón, papel… y un sinfín de
artículos como pueden ser instrumentos musicales.
Desde
hace tiempo se usa también como objeto de decoración tanto en el interior de
las casas como en jardines y parques por su resistencia.
En la
construcción nuestros abuelos la usaron para hacer sus viviendas en un tramado
con el cual se usaba también el chaguarquero que es el tallo del penco o cabuyo,
así como sus hojas secas convertidas en tiras que los denominábamos chilpes,
con los cuales se sujetaban, los carrizos y el chaguarquero para la formación
de las paredes y se las rellenaban con chocoto (barro húmedo pisoteado con paja
y estiércol de ganado).
En gastronomía se consumen
los brotes tiernos, y su demanda se ha incrementado en los últimos años gracias
a que han sido popularizados por los restaurantes chinos.
Son ricos en fibra y tiene un gran
aporte de silicio, lo que le hace muy recomendable en
personas desmineralizadas o con problemas osteoarticulares, tales como
artrosis, artritis, reumatismo o descalcificación, ya que colabora en la
síntesis del colágeno.
Su alto contenido en fibra
le confiere, además, las propiedades de saciante, laxante y disminuye la
absorción de grasas y azúcares. De ahí que sea apto para dietas adelgazantes y
bajas en calorías. También se utiliza con uso medicinal, por el mismo aporte de
fibra y silicio.
Pero lo que más nos interesa es otra de sus propiedades: la del masaje conocido como bambuterapia aquí la he denominado carrizo terapia.
Es una técnica de origen oriental, principalmente
de Japón aunque, con tantos siglos de existencia, casi 5.000 años, es una
práctica común en todas las culturas de la zona.
Antiguamente,
la cultura mística oriental otorgaba al bambú unas propiedades mágicas.
De
esta forma, creían que la energía beneficiosa que circulaba por esta planta le
permitía absorber la energía negativa del cuerpo y, tras hacerla circular por
el interior de las cañas, devolverla de nuevo al cuerpo como energía positiva.
Estas
energías positivas empezaban entonces a fluir en nuestro cuerpo, equilibrando
los centros energéticos (los famosos Chakras) y así estar en armonía y
equilibrio.
Con
el paso del tiempo, además de estas funciones “espirituales” y relajantes, se
han descubierto toda una serie de beneficios
para el cuerpo humano que, junto a un modo de aplicación exótico,
han convertido el masaje con carrizo en uno de los más demandados en tratamiento
que doy a los adultos mayores de la provincia de Tungurahua, habiendo tenido la
suerte de llevar esta práctica desde hace varios años a la República del Brasil,
con buena acogida, aceptación y resultados gratificantes.
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